12 oct 2012

Identidad en crisis.


Me parezco al folio en blanco. Soy la solución a unas necesidades que no me pertenecen y la necesidad –común- en cualquier espécimen ajeno a mi persona de encontrarme solución como ser humano -limitado, irrepetible- . Tal vez por esto y sin embargo nada de lo que digo, llevo, creo, decido, opino, produzco, sopeso, imagino, realizo, valoro, deseo, pregunto, descarto o asumo se origina en mí y para mí y las manos que escriben no son mías y sí nuestras, vuestras, suyas cuando el impulso originario no nace de una cuestión de la que pueda apropiarme y sólo plasmo a ¿Mi? manera unos pensamientos fabricados en cadena, patrimonio de todos, expresados de colores y texturas dispares según los estímulos de distinta procedencia e índole recibidos y adueñados que causan efecto sobre otras manos. Manos que también son mías, o quizás de nadie. Sí el reflejo de un reflejo repetido hasta el infinito, deformándonos en múltiples variaciones en función de la velocidad y los ángulos; falsa heterogeneidad que sólo se sostiene en la superficie. Cómo no convertirme en un espejo en el que todos se ven excepto yo mientras me encuentre en cualquiera, me construya en el resto, aspire a satisfacer sin ser consciente las demandas del mundo y me componga de partes que no tengo. Y no haya verdad que aguante en pie tanto como para remontarnos a certezas precedentes o egos hambrientos que desnuden de sus sucesivos disfraces el núcleo de todo esto, si es que existe en alguna parte. La esencia es todavía territorio inexplorado poblado por quimeras y hasta entonces no soy nadie siéndolo todo.


2 sept 2012

-^v-V^v-









El año es mi obra de arte, pensaba, en una pausa, éste o aquél. Lo construía con cautelas estéticas, equilibraba los bloques de trabajo y descanso de modo que hicieran un cuadro armónico, las transversales creativas con las playas de acomodamiento a lo dado y convencional, el firmamento móvil de las relaciones humanas, la corona del amor. Colocaba los días en una escala en penumbras, las semanas bajo la luz cambiante de un faro portátil, los meses explosiones nucleares de luz híper amarilla. Puntos de horas, de minutos, de segundos, en todos los colores giraban enloquecidos por las avenidas de los aprendizajes, las experiencias, las desilusiones, las revelaciones. Sólo el arte era eterno. El año Obra de Arte era su servidor en el tiempo.
El año como obra de arte, o más modestamente como figura o Gestalt inteligible, se armaba con piezas sueltas y dispersas, heterogéneas hasta las incompatibilidades (de las que sólo podían convivir en una enumeración caótica) tomadas de acá y allá al azar del tiempo y el espacio mentales. Un eructo y un BMW, la Edad Media y el chirrido del motor de una licuadora, una multiplicación y una camisa. Con esos materiales ¿no era ilusorio pretender que resultara un objeto armonioso y bello?
Aunque es cierto que el armado, por hacerse en el tiempo, se hacía tanto de atrás para adelante como de adelante para atrás. El producto podía estar antes de la producción, la belleza antes que los efectos que la producían. Así de ambigua era la cuestión del año. "
 [ El náufrago (César Aira) ]







Mi vida es mi obra de arte.

13 feb 2012

Dispara.


Simulacro de juicio final.  
Condenen todo aquello que crean inoportuno, absurdo o de credibilidad dudosa.
No vengan ligeros de ropa ni de culpa. Habrá una guerra fría entre acto y acto,
quedan libres para aprovechar este tiempo
por ejemplo, lavándose las manos
mientras me debato entre congelar el carácter o jugármela con fuego.
Consideren que entre este invierno y cualquier infierno sólo va una letra,
y yo ya no le vendo mi alma a nadie
más que al diablo.
Queda, también,
la custodia de mi vida repartida de la siguiente manera:
Por no fiarme ni de ella, de lunes a jueves mi sombra se sienta en los lugares pertinentes,
mide las palabras,
guarda los modales,
trata correctamente a sus vecinos,
a veces duerme.
El resto de la semana me ocupo de desmedir excesos,
guardar secretos,
tratar con desconocidos y negociar vías rápidas
para huir del sueño.
Tal vez no se me reconozca tras el veredicto
Y los golpes me desfiguren por dentro
Y me vuelva de piedra a cada impacto.
Pero sepan que antes de perpetuarme en el olvido
elegí esta libertad condicionada a un pretérito perfecto
pasándome consciente el menor tiempo posible
ganando la partida a ver quién muere antes
jugando con el futuro a la ruleta rusa.

Pulsa.)

24 dic 2011

Hoy me he encontrado con la muerte en el cuarto trescientos uno, planta once.
Llevaba sobre mi cabeza hará cosa de un mes. Ella también me miraba, -como lleva haciendo desde que nos conocemos -
Agazapada en las pupilas de un hombre aleatorio que se lo merecía
tanto como cualquiera.
Se ha asomado entre las cataratas de su paciente, colocada de morfina,
entrecortándose como la respiración de aquél ha hablado a ritmo de gotero.  Que no tenga prisa por las paredes acromáticas,  ni por los ascensores industriales
ni por el olor a suero armónico a los halógenos.  
Que me tiene reservado algo más lento,
menos patológico.
He buscado en el vademécum pero ella comentó algo de ciertos libros imposibles. Incluso ha consentido el detalle de darme a elegir
entre morir o matar.

Si cumple la sentencia, sé lo que viene.
Me despido de los lunes, de los martes, de los miércoles.
Sabré que es domingo porque querré volarme la cabeza en cada resaca.
Reconoceré los sábados por saciarme de engaño vaciando botellas.  
Y lo que antes eran días tornarán en una eterna sucesión de horas idénticas
en la que conciliaré el sueño
únicamente cuando se apiade la memoria.

Si planto cara escojo el agotamiento voluntario,
Puedo ganar la prórroga de un mal partido,
Un epílogo más extenso que la  propia historia.

Así pues, intentaré explicarle
Que poco me importa ganar o perder
Porque al fin y al cabo, ya estoy muriendo
y es por verte.






31 jul 2011



La introspección está servida. Pero la piel se vuelve reversible, como las noches, y el pánico mira hacia dentro ahora. Estreno epidermis a prueba de tiempo y palabras mientras dejo que el piloto automático haga su trabajo, ojos vidriosos y lengua seca hablan con una voz que no es la mía y suena lejos. Lejos yo de mí me descubro ajena por buscar donde no debería cuando los ojos que hicieron las veces de faro miran ahora hacia otro lado. Y está siempre el monstruo acechando, aquel que te pregunta en qué dirección miraban o desde cuándo lo hacen. Lo encierro con la conciencia para que confabulen y me lleven a la locura poco a poco -uso sus voces para tener algo que ahogar entre el humo y el alcohol-.  Así dirige mi vida una extraña y quedo desvestida frente a la pared desnuda, en horas de hastío nocturnas y mañanas que ya no veo por tal de recordarme lo que fui antes de ser para nadie. Trato de diferenciar la complacencia de la esencia y me pierdo en el miedo a no encontrar(la).  Sigue mi fobia al minutero, pero comprendí que ni las agujas del reloj ni yo misma le rendimos cuentas al control y que es absurdo pensar en entregar tiempo cuando no nos pertenece. Que la cuenta atrás es constante y tiene un fin, que por muy fuerte que amemos nada puede amarse por encima de la vida.
¿Quién demonios somos entre tanta gente?

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